y pongamos el pecho
aún si es estrecho
y no da provecho
El amor está hecho
de coima y cohecho
de sabroso berberecho
comido en el lecho
siempre al acecho
porque hoy lo fecho
el poema he hecho.
de sabroso berberecho
comido en el lecho
siempre al acecho
porque hoy lo fecho
el poema he hecho.
En esta bella poesía romántica, si bien estrecha en cada verso como oreja de muñeca, nunca va a recibir de ningún crítico literario la afirmación de que carece de rima.
Si casi parece ella misma un poema a la rima consonante, un panegírico sutil surcando el cielo de la crítica poética contemporánea.
Es así que la versificación ejerce su desparramo verborrágico con pausada simetría ofreciendo una cosmovisión fatalista. En esta perspectiva, el amor es como unas cartas que ya están echadas: cuando se presenta nada puede hacerse (y a disfrutar) y cuando falta nada puede hacerse (y a padecer). Esa es la concepción fatalista de la vida, sea que se atribuya a un dios, al destino o a lo que fuese la responsabilidad por las cosas que ocurren. Entonces, hay que aceptar el amor como se dé. Sin embargo, versos como el segundo y el tercero ("y pongamos el pecho" y "aun si es estrecho") muestran que a pesar de que los hechos no puedan cambiarse, podemos tener cierta actitud hacia ellos.
De este modo, el ser humano se convierte en un sujeto ético un ser-en-el-mundo que expresa su angustia y su percepción de cierto sinsentido de la vida a partir del hecho de que la realidad es injusta -y para todos-, y de que pensar diferente de como son las cosas de nada sirve.
Cuando ese ser humano es consciente de esa situación, realiza un movimiento dialéctico de superación en su conciencia que lo lleva a sublimar esa tensión mala onda y depre hacia la buena onda y el humor, precisamente, hacia aquello que le hace padecer.
En definitiva, la forma de su resignación ante la realidad inmodificable (las imperfecciones del amor, en el poema, que siempre son el sufrimiento) es sonreir, soportar, y evitar todo conflicto. ¿Quién presenta mayor resignación, la persona que acepta que ella nada puede cambiar y toma todo con naturalidad o al menos con la misma actitud -o sea disgustándose al menos algo ante lo que no le gusta- o la que acepta que no puede producir ningún cambio, pero ante las cosas que juzga o vive como negativas o displacenteras o problemáticas sonríe?
La capacidad de reflexión canalizada poéticamente que presenta este poema "El amor está hecho" tal vez merezca al menos una mención a pie de página en los más conspicuos tratados de filosofía del amor.